He estado ocupado estas últimas semanas. La vida tiene esa habilidad de lanzarte desafíos cuando menos lo esperas, y decidí tomarme un tiempo fuera de la escritura para manejar todo como corresponde.
Mi segundo hijo nació el día después de Acción de Gracias, y la vida con dos pequeños ha sido tanto alegre como caótica. Manejar el hogar ha sido una verdadera montaña rusa, y he aprendido a no castigarme por no escribir tan seguido como lo había planeado. Estos primeros meses son un torbellino, y eso está bien. He abrazado el caos, tomando notas cuando puedo y reflexionando sobre temas que quiero explorar en futuros escritos.
Quiero comenzar el año compartiendo algo que me ha ayudado profundamente en momentos abrumadores: la meditación. Es una práctica a la que recurro con frecuencia, y quiero contarte cómo ha aliviado el peso mental sobre mis hombros, además de ofrecerte algunos consejos para que inicies o profundices tu propio camino hacia la meditación.
Las Primeras Impresiones Importan
Mi tiempo en la universidad fue una mezcla de emociones: emoción y estrés. Hice amigos para toda la vida, aprendí a valerme por mí mismo y enfrenté la inmensa presión de los exámenes y los plazos. El estrés era constante, dejándome física y mentalmente agotado.
Durante ese tiempo, me topé con una historia sobre los Beatles y su entrenamiento de meditación con Maharishi Mahesh Yogi. Como fanático de los Beatles, me intrigó. La meditación parecía una forma de silenciar el constante ruido en mi mente y encontrar algo de paz. O al menos, eso pensaba en ese momento.
Mis primeros intentos de meditación fueron frustrantes. Creía que se trataba de “no pensar”, y cuando no podía apagar mi cerebro, decidí que no era para mí. Durante años descarté la meditación como algo inefectivo.
Pero la vida tiene su manera de dar vueltas. Cuando me mudé a Estados Unidos, surgió una nueva ola de desafíos y ansiedades. Entonces descubrí El Monje Urbano (enlace pagado) de Pedram Shojai, que me presentó diferentes enfoques de meditación: ejercicios de respiración, prácticas de atención plena, visualización y trabajo energético. Estas técnicas me ayudaron a estar más presente, pero aún luchaba con el constante flujo de pensamientos abrumadores.
La Terapia: La Pieza que Faltaba
Todo cambió cuando comencé terapia. A través de técnicas como la Terapia Cognitivo Conductual (CBT), aprendí a observar mis pensamientos sin juzgarlos. Mi terapeuta me enseñó a dejar que mis pensamientos fluyeran, reconociéndolos como algo pasajero y no permanente. Esta práctica se alineaba estrechamente con la defusión cognitiva, un concepto de la Terapia de Aceptación y Compromiso (una variante de CBT).
Por primera vez, sentí que tenía control sobre mi mente. En lugar de dejarme llevar por mis pensamientos, podía dejarlos pasar como hojas flotando en un arroyo. No se trataba de detener mis pensamientos, sino de cambiar mi relación con ellos.
Cómo Manejo el Abrumamiento Hoy
Ahora, reconozco cuándo necesito meditar. Con el tiempo, me he vuelto más consciente de los detonantes que hacen que mi mente entre en espiral, cuando los pensamientos se acumulan más rápido de lo que puedo procesarlos. Es en esos momentos cuando recurro a mis prácticas favoritas:
Meditación Sentado: La clásica. Me siento, respiro profundamente y dejo que los pensamientos vayan y vengan sin apegarme a ellos.
Pasear a Mi Perro: Esto permite que mi mente divague libremente mientras me mantengo presente en mi entorno.
Jardinería: Una práctica meditativa que se ha vuelto casi automática, permitiendo que mi cerebro descanse mientras mis manos trabajan.
Cocinar Recetas Simples: Hay platos que me se de memoria — como Risotto al Pesto — que después de un tiempo se vuelve fácil de preparar. Esto ofrece un ritmo relajante que me ayuda a desconectar.
Estas prácticas crean espacio para que mi mente respire, pero no son suficientes por sí solas. La escritura se ha convertido en mi segundo cerebro: un lugar donde descargo pensamientos persistentes. Ya sea en papel o en notas digitales, escribir me ayuda a despejar mi mente y a enfocarme en lo que realmente importa.
Mi Próxima Meta
Este viaje ha sido de prueba y error, pero la terapia fue el catalizador del cambio significativo. La meditación por sí sola no resolvió todo; fue la combinación de mindfulness, autorreflexión y escritura lo que marcó la diferencia.
Si estás considerando comenzar tu propia práctica de meditación, aquí tienes mis recomendaciones:
Conócete a Ti Mismo: La terapia puede ofrecerte ideas valiosas.
Infórmate: Lee sobre diferentes prácticas de meditación y experimenta con ellas.
Sé Consistente: La disciplina será tu aliada.
Ten Paciencia: No te castigues si el progreso parece lento.
Reflexiona: Escribir un diario puede ayudarte a seguir tu crecimiento.
Conclusiones
La meditación no se trata de apagar los pensamientos; se trata de cambiar cómo interactuamos con ellos. Es una herramienta para traernos al momento presente, permitiendo que los pensamientos fluyan sin abrumarnos.
Explora diferentes técnicas de meditación para encontrar la que mejor funcione para ti. Combínala con la escritura para despejar tu mente y crear espacio para crecer. Con el tiempo, descubrirás que estas prácticas no solo alivian el peso mental, sino que también te ayudan a abordar la vida con mayor claridad e intención.
¿Qué te ayuda a frenar y encontrar equilibrio? Me encantaría saber tu opinión.
¡Que tengas una semana maravillosa y un excelente 2025!
Información de Afiliación
En Autodisciplina, creemos en la transparencia y la honestidad. Algunos de los enlaces en este sitio web son enlaces de afiliados, lo que significa que si haces clic en uno de ellos y realizas una compra, puedo ganar una pequeña comisión sin costo adicional para ti. Estas comisiones ayudan a respaldar el trabajo que se pone en este sitio y a mantenerlo en funcionamiento. Ten la seguridad de que solo recomiendo productos o servicios en los que realmente creo y que considero valiosos para mis lectores.
¡Gracias por tu apoyo!