¡Hola a todos! Soy yo de nuevo.
Soy ingeniero de software de profesión, y el ejemplo que estoy a punto de dar está definitivamente sacado de mi experiencia. Pero estoy seguro de que verás cómo encaja en tu propio mundo también.
Imagina esto: estás en medio de una entrevista de trabajo. Te fue genial en la entrevista de código, lo hiciste excelente en la ronda de diseño de sistemas—¡todo va impecable!
Luego llega la última parte: la entrevista de comportamiento. Estás hablando durante lo que parece una eternidad, y el entrevistador solo se queda ahí, sin mostrar ninguna reacción. No sonríe, no asiente—nada. Te quedas pensando: ¿La habré arruinado? ¿Esa fue una mala respuesta? ¿Debería haber dicho algo diferente?
Es viernes, y no tendrás noticias hasta el lunes (con suerte). Pasas todo el fin de semana estresado, analizando en exceso cada pequeña cosa que dijiste, preguntándote cuál será el resultado.
¿Te suena familiar? Pero aquí está la cuestión: ¿por qué nos sometemos a eso?
Mi ejemplo trata de una entrevista de trabajo para un puesto de ingeniero de software, pero esto podría ser cualquier momento de la vida en el que estás esperando algo que está fuera de tu control—como esperar los resultados de un examen importante, una respuesta de correo que parece tardar una eternidad, o ese mensaje de texto que finalmente enviaste a la persona que te gusta.
Todos hemos estado ahí, ¿verdad? Obsesionándonos por cómo resultarán las cosas cuando en realidad no tenemos control sobre el resultado. En lugar de seguir adelante, nos quedamos atrapados en nuestras cabezas, recreando todos los “qué pasaría si”.
Pero aquí está la verdad: no puedes controlar lo incontrolable.
Uno de los mejores ejemplos de esto es el Efecto Streisand.
El Efecto Streisand: Cuando Intentas Controlar lo Incontrolable
El Efecto Streisand ocurre cuando alguien intenta ocultar o suprimir algo, pero al hacerlo, termina dándole aún más publicidad.
En 2003, Barbra Streisand quería eliminar una foto aérea de su casa de una colección que documentaba la erosión costera de California. La foto apenas había sido notada—solo tenía seis descargas, dos de ellas de sus abogados. Pero cuando demandó para que se eliminara, la historia explotó. La demanda atrajo mucha atención a la foto, y de repente, estaba en todas partes. Miles de personas la vieron debido a sus esfuerzos por quitarla.
Este es un ejemplo clásico de intentar controlar algo que está fuera de control—especialmente cuando se trata de información en internet. Streisand quería que la foto desapareciera, pero sus acciones la hicieron mucho más visible de lo que jamás habría sido.
¿Cuál es la lección?
Tienes que esperar. Seguir adelante. Practicar autodisciplina y, lo más importante, aprender paciencia.
Epicteto, el filósofo estoico, ofrece una metáfora perfecta para resumir esto: el arquero.
Epicteto habla de cómo un arquero puede controlar el disparo—tensar el arco, apuntar y soltar. Pero una vez que la flecha deja el arco, todo lo demás—viento, distancia, obstáculos—queda fuera de su control. Si la flecha acierta o no en el objetivo no es algo que puedan controlar. La lección estoica es clara: enfócate en tus acciones y en lo que puedes controlar, y suelta lo que no puedes.
Una vez que disparas esa flecha, ya no está en tus manos. Lo único que puedes hacer es confiar en que hiciste tu parte.
La Vida Está Llena de Flechas que Disparamos
Todos estamos disparando flechas en diferentes áreas de la vida. Ya sea en inversiones, tratando de mejorar nuestra salud o trabajando en relaciones—todo requiere paciencia, disciplina y confianza en el proceso.
Así que en lugar de preocuparte por las cosas que están fuera de tu control, pon tu energía en lo que puedes controlar. Confía en tu esfuerzo y suelta el resto.
Enfócate en tu objetivo, mantente disciplinado y confía en el proceso.
¡Que tengas una excelente semana!